Esos son los días que pasaron, 535 tal como lo ves. Un año, 5 meses y 20 días.
El 28 de Junio del 2012 San Lorenzo jugó con Instituto en Córdoba. Por aquella época mi mujer estaba embarazada y ya con la fecha probable de parto muy próxima. Obviamente no pude viajar a ver el partido. Ese campeonato lo seguí casi a todos lados, con algunas alegrías y muchas decepciones.
Aquel Jueves terminé viendo el partido en una de las históricas cantinas de Boedo, con su dueño, Beto. Era un clima que no tardó mucho en explotar en la algarabía de los goles de Carlos Bueno. Siempre recordando que estábamos jugando una promoción. Una final. Un partido que nadie quería jugar y que todos debíamos ganar.
535 días después, el fútbol me volvió a impedir ir a la cancha. La violencia latente y la eterna mala praxis de los organismos de seguridad hicieron que no quisiera ir al estadio en Liniers.
Este campeonato también visité casi todas las canchas, con muchas más alegrías que tristezas. Y volví a elegir esa cantina para ver el partido, sobre Carlos Calvo a pasos de la especial Av. La Plata.
El clima, en esta oportunidad, era otro. Mucha algarabía, mucha alegría. Pero el partido se me hizo eterno. Sin duda fue el que más sufrí en mi vida de hincha. No es la primera vez que dependemos de otros resultados, pero nos estábamos jugando mucho. Mucho orgullo estaba en jugo, a tan sólo un gol de diferencia.
Es un dicho que todo en la vida “va y viene” y en este caso, a San Lorenzo le costó sólo 535 días vivir desde la posibilidad de un descenso que hubiera sido el más grande garrotazo a su historia, a volver a consagrarse CAMPEÓN del futbol argentino.
¿Y después? Por ahora sólo a festejar a San Juan y Boedo y que el futuro nos encuentre de la misma manera, en un festejo eterno.
¡!!FELIZ AÑO CUERVOS¡¡¡