Creo que última semana, amigos cuervos, se puede separar en tres momentos de circunstancias y pensamientos más que diversos:
Antes del partido con Belgrano: Con las esperanzas intactas y las ganas de ver al equipo remontar el último resultado adverso. En una parada muy difícil y en un “estadio” que, claramente, no está a la altura de la divisional. Tan solo hace falta preguntarle a alguno de los más de 2500 cuervos que se dieron cita el Sábado sobre los dos (únicos) baños químicos habilitados para toda la parcialidad azulgrana. Todo esto empujado por la gran fuerza de la marcha a Plaza de Mayo, plaza que nos prestó el pueblo (para no teñir de peronista la presente nota) y que honramos más que dignamente.
Durante todo el 1er tiempo del partido: La desazón, los miedos y el recuerdo del partido contra Lanús nos agobiaron e inundaron toda el alma. La gente no dejó de alentar, pero el panorama pintaba (muy) oscuro. Ya las calculadoras no daban abasto a entregar resultados, la mayoría adversos por culpa propia. Un equipo sin volumen de juego, que siempre recurría como primera opción al pase atrás, sin ganas o inteligencia para hacer nada “distinto” y el gol en contra a los primeros minutos no daban un buen pronóstico.
Desde el 2do. tiempo del partido:El apoyo de los jugadores al técnico, la vuelta del amor propio y alguna “ayuda” del árbitro hizo que las caras pálidas vuelvan a tomar color en la cálida noche cordobesa. A tal punto que, luego del remate de Ortigoza en el respectivo penal, los colores se exacerbaron, terminando haciendo juego con los trapos, globos y camisetas de la gente.
Primer punto aparte para un Pipi Romagnoli inspiradísimo, como no se lo veía desde la final de la Copa Sudamericana en el partido de ida en Colombia, apoyando sus últimas declaraciones donde enfrentaba a los hinchas que pensaban que él no estaba para jugar un partido entero (es de hombre reconocer mi presencia en ese último grupo) y culminándo con las declaraciones post-partido, emicionado, quebrado de alegría y del logro realizado.
Segundo punto aparte para la dirigencia que luego del partido se la vio comiendo (entre ellos al presidente, parte de la CD y el gerente del club) junta en un conocido restauran de la Cañada cordobesa con nombre de especie vacuna.
Si la ida a Córdoba tomó casi 700 kilómetros (desde Buenos Aires) la vuelta pareció de casi la mitad. Con los ánimos distendidos, los corazones contentos y la lista de anécdotas y hazañas con una línea más.
Ya habiendo pasado el fin de semana, con la cabeza más fresca y el cuerpo descansado me puse a realizar hipótesis de resultados para la próxima fecha. Llegando a esta conclusión: Si Unión pierde su partido con el equipo de Liniers y Rafaela empata o pierde su partido con los rosarinos (sin importar los resultados de Olimpo y Tigre) San Lorenzo tan sólo con empatar lograría salir de la zona roja de la promoción.
Aunque los resultado (ajenos) no se llegaran a dar, sólo es cuestión de tiempo (y que San Lorenzo se mantenga en la racha positiva) para poder olvidarnos de este mal trago de una vez y por todas.
Esperando tener una semana tranquila, sin malas noticias, rumores, declaraciones desacertadas para que la levantada sea definitiva para este grupo que quiere ser equipo…