
Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, falleció dejando un legado inmenso en la fe, en el mundo… y también en Boedo. El hincha más emblemático del Ciclón ahora alienta desde lo alto.
Hoy San Lorenzo está de luto. Pero no es un luto cualquiera. Es un dolor profundo, de esos que se sienten en el corazón del club, en cada tablón, en cada misa de los domingos en Tierra Santa y en Ciudad Deportiva. Falleció Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Y con él se va no sólo un líder espiritual, sino el hincha más ilustre que tuvo el Ciclón en su historia.
Francisco no necesitaba decirlo para que todos lo supieran: era de San Lorenzo. De esos de verdad. De los que no se bajan ni en las malas, de los que recuerdan a Lángara, a Martino, a la época de oro. De los que celebró el campeonato del 2013 como si fuera el primer amor. De los que miraban con orgullo esa camiseta azulgrana firmada que le regalaron los campeones de la Copa Libertadores 2014, la copa que —decían algunos jugadores— también se ganó con sus bendiciones desde Roma.
Fue socio desde chico. Y nunca dejó de serlo. Porque un Papa puede tener mil responsabilidades, pero cuando el corazón late azulgrana, no hay sotana que lo tape. Y Francisco lo demostró siempre: cada vez que podía, cada vez que lo nombraban, cada vez que hablaba de la vida… también hablaba del Ciclón.
Hoy el Vaticano llora a su guía. Pero Boedo lo llora distinto. Lo llora como se llora a un abuelo sabio, a un referente, a ese hincha que supo llevar el nombre de San Lorenzo hasta el último rincón del planeta.
Descansá en paz, Francisco. El Nuevo Gasómetro te va a esperar siempre. Porque vos ya sos eterno, en la fe… y en el tablón.