Miguel Ángel Moretti pidió licencia como presidente de San Lorenzo. En medio de una crisis institucional sin precedentes, el mandamás azulgrana elige el escape en vez de la rendición de cuentas. ¿Alguien se sorprende?
Como si San Lorenzo no tuviera suficientes problemas, ahora se suma otro capítulo de la tragicomedia dirigencial: Miguel Ángel Moretti, presidente del club, pidió licencia. Sí, el mismo que prometía “poner de pie” a la institución y terminar con los manejos oscuros de las gestiones anteriores. Spoiler: no solo no cumplió, sino que se va dejando todo peor.
La decisión llega después de semanas de rumores, internas, acusaciones de coimas, renuncias silenciosas y un silencio atronador por parte del oficialismo. Moretti cuando habla, la caga; no aclara, no gestiona. Ahora tampoco preside. Se borra en el momento más delicado, dejando a San Lorenzo acéfalo y a la deriva, como un barco a punto de hundirse sin capitán a la vista.
Mientras los hinchas se organizan para protestar y los jugadores navegan en la desidia deportiva, la cúpula dirigencial juega a las escondidas. Ninguna explicación clara, ningún llamado a elecciones anticipadas, ningún gesto de grandeza. Solo una licencia presentada como si se tratara de un trámite administrativo menor, mientras el club arde.
¿Y ahora qué? La pregunta del millón. Porque si el club ya venía mal, sin rumbo y sin plata, ahora también se queda sin conducción. Aunque, siendo honestos, Moretti hacía rato que no conducía nada.