La previa hacía preocupar a más de uno luego que Pizzi anunciara que iba a parar al equipo con una línea de tres defensores. Un sistema táctico que no daba seguridad y sumaba muchas más dudas de las que ya tenían los cuatro del fondo.
Por otro lado, y escuchando la voz del hincha, el DT paró un equipo con “pibes” en todas las líneas, Kannemann abajo, Navarro de doble 5 y Verón y Correa de delanteros. Esa era la apuesta de Pizzi para visitar al cervecero.
El primer tiempo San Lorenzo jugó pésimamente. Creo que si marcamos a ese primer tiempo como el peor del equipo en este campeonato, no habría mucho lugar a la discusión.
Nos fuimos al descanso con un gol en contra y con la sensación que todo era cuesta arriba y que el empate estaba a más de 45 minutos de distancia.
Todos temimos cuando en el primer tiempo a Navarro lo sancionaron con la tarjeta amarilla. De hecho, más de uno pidió el cambio del “pibe” para resguardarlo. Historia aparte es la del “Pichi” Mercier que por una mano (¿involuntaria?) le sumaron la quinta amarilla que le impide llegar a jugar contra Boca en el Nuevo Gasómetro.
Todo era oscuro y frío hasta que apareció Buffarini con una de sus típicas corridas y un hermoso bombazo al segundo palo del arquero. Y ahí empezó otro partido. Donde a la defensa se la vio más armada (hasta “Gentilenti” jugó mejor) y a todo el equipo con otra predisposición.
Buffa, tuvo otra jugada muy clara entrando por la misma posición, pero en este caso, reventando el primer poste del arquero. Luego vino un hermoso pase en “cortada” de los “pibes” y todos nos abrazamos para gritar el segundo gol. Un gol que valía por tres puntos que eran cruciales para terminar de espantar a cualquier fantasma que pudiese estar persiguiéndonos.
Ahora estamos vestidos para otra cosa. Hay gente que quiere entrar a la Sudamericana, otros quieren ganar la Copa Argentina y entrar en la Libertadores. Lo que yo aporto es lo siguiente; hay que tener mucho cuidado, aver si volvemos al incendio en el que estábamos y no salvamos ni la ropa…